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  • LA LISTA DE LAS 25 COSAS QUE COMPARTIMOS TODOS LOS SERES HUMANOS DEL MUNDO

    La Guía del cazador recolector para el S.XXI, una belleza de libro editada por Planeta, y escrito por el matrimonio de biólogos evolutivos Heather Heying y Bret Weinstein, merece la pena leerse por muchas razones. Entre otras, incluye un capítulo en el que enumera esos rasgos universales en los que cualquier ser humano del planeta, desde los inuits a los tuaregs, pasando por cualquier tribu, país o aldea, compartimos. LA LISTA DE LAS 25 COSAS QUE COMPARTIMOS TODOS LOS HUMANOS DEL MUNDO Todos los humanos hablamos una lengua Distinguimos entre el yo, y el otro, y el yo sujeto («yo la vi») del yo objeto («ella me vio») Utilizamos expresiones faciales que son al mismo tiempo genéricas y sutiles, que expresan felicidad, tristeza, ira, miedo, sorpresa, repugnancia y desprecio No solo usamos herramientas, las usamos para hacer otras herramientas Vivimos protegidos o bajo techo Vivimos en grupos, habitualmente familia, y los adultos ayudan a socializar a los niños. Los niños observan a los mayores y los imitan, también aprenden a base de prueba y error Tenemos un estatus basado en normas de parentesco, edad, sexo y demás Tenemos reglas de sucesión e indicadores jerárquicos Nos dividimos el trabajo La reciprocidad es importante, tano en el sentido positivo (la construcción conjunta de graneros, el intercambio de regalos, etc.) como en el negativo (las represalias, los agravios sufridos, la revancha) Comerciamos Predecimos y planificamos el futuro Tenemos leyes y líderes, aunque pueden ser circunstanciales o efímeros Tenemos rituales y prácticas religiosas Tenemos normas de pudor Admiramos la hospitalidad y la generosidad La estética rige nuestro cuerpo, nuestro cabello y el entorno Sabemos bailar Hacemos música Jugamos Nos aburrimos El sexo tiene más implicaciones que la reproducción Recordamos nuestros sueños Soñamos despiertos #SerHumano

  • ¿Se puede predecir el mañana? La historia del futuro encierra la respuesta

    La pandemia del Covid y ahora la guerra en Ucrania han atizado el deseo de saber qué nos deparará el mañana. Por todos los medios recibimos una avalancha de predicciones y conjeturas que van de lo apocalíptico a lo utópico sin que sepamos a cuál creer. Al mismo tiempo, nos preguntamos si realmente se puede anticipar el futuro, y, de poderse, ¿cómo diferenciar las previsiones rigurosas de las falaces? El libro Historia del Futuro intenta dar respuesta a esos interrogantes mediante un repaso de las técnicas empleadas para conocerlo, desde la astrología y las profecías de los antiguos a los escenarios, los paneles Delphi y las simulaciones informáticas de los modernos. El recorrido por la economía, la demografía, la sociología, la ecología y el género utópico muestra cómo esos métodos se han utilizado para avalar políticas determinadas y cómo han influido para que unos futuros se hagan realidad y otros no. Adivinar lo que vendrá ya no es monopolio de ninguna élite A lo largo del itinerario se identifican los sesgos y puntos débiles que han hecho fracasar las predicciones, hasta finalizar en la situación actual, definida por una frenética actividad predictiva y por la democratización de la futurología, pues adivinar lo que vendrá ya no es monopolio de ninguna élite. Uno de los aspectos más fascinantes es la dependencia que tienen las previsiones y profecías de la credibilidad que inspiren. Un vaticinio puede movilizar a la sociedad para impedir que se cumpla (las encuestas que anticipan el triunfo de un candidato poco atractivo y provocan que los abstencionistas acudan en masa a las urnas e impidan su victoria); y un discurso utópico puede conseguir que la gente se lance a construir un mundo mejor (las “profecías auto-cumplidas”). ¿Y España? ¿Qué papel ha jugado en la historia del futuro? Pese al amordazamiento, el pensamiento utópico por el absolutismo y la Inquisición, a partir del siglo XIX un sector de la sociedad intentó anticipar el futuro mediante imitadores de Julio Verne, utopistas anarquistas, futurismos socialistas y agencias de prospectiva creadas por la Administración en las últimas décadas, sin olvidar las ficciones distópicas de las últimas camadas de cineastas y escritores. Contra los que afirman que el futuro ha muerto, este ensayo afirma que nunca antes hubo tantas opciones en el horizonte y concluye defendiendo la capacidad del ser humano para, dentro de ciertos límites, imaginar y modelar los futuros deseados o para evitar los indeseables. #Futuro #Libro

  • De dónde salen las 4 civilizaciones extraterrestres hostiles que anuncia un astrónomo

    El titular de esta noticia es el resultado de una investigación publicada en arXiv por Alberto Caballero, un astrónomo aficionado con clara pasión por los alienígenas, que también indagó el origen de la famosa y aún intrigante señal ‘Wow!’. Según Caballero, hay al menos cuatro civilizaciones extraterrestres con perversas intenciones merodeándonos. En busca del planeta del que partió la señal Wow! Ha pasado casi medio siglo desde que el astrónomo Jerry R. Ehman identificó una señal de radio de banda estrecha muy fuerte e inusual mientras revisaba los datos registrados por el radiotelescopio Big Ear de la Universidad Estatal de Ohio, en agosto de 1977. La señal anómala sigue siendo la mejor candidata para una transmisión de radio extraterrestre jamás detectada, aunque ya incluso el mismo SETI baraja otras opciones, como que realmente fuera el eco de un cometa. Ehman quedó tan impresionado por la observación, que rodeó la señal con un círculo en una copia impresa de la computadora y simplemente escribió: «Wow!» a su lado, dándole un nombre que ha perdurado a través de las décadas. En un artículo publicado en mayo de este año en Journal of Astrobiology, el astrónomo Alberto Caballero presentaba los resultados de una búsqueda detallada acerca del sistema estelar donde pudo haber sido generada la señal Wow! Para localizar su procedencia, Caballero ha utilizado los mapas de estrellas, espectacularmente detallados, que ofrece la misión de la Agencia Espacial Europea Gaia, un verdadero Google Maps de La Vía Láctea. Caballero buscó estrellas en la región de Sagitario, desde donde parecía llegar la señal Wow, en busca de estrellas de tipo G, similares a nuestro Sol, candidatas a albergar vida y estrellas de tipo K, algo más pequeñas, pero que también podrían albergar planetas habitables. De las 66 estrellas de tipo G y K identificadas en la región correcta, solo hay una estrella similar al Sol, con un radio y una luminosidad casi idénticos, y una temperatura de solo 5 grados Kelvin más alta. Esa es la señalada por Caballero en su estudio: «La única estrella potencial similar al Sol en toda la región de la señal Wow! parece ser 2MASS 19281982-2640123”. Como alude Caballero, 2MASS 19281982-2640123 se encuentra a unos 1.800 años luz de la Tierra, por lo que cualquier intento de respuesta a la señal tardaría siglos en llegar. Cuatro civilizaciones de alienígenas hostiles Después de la localización de la procedencia de Wow! Caballero inició otra búsqueda, la de posibles civilizaciones alienígenas. La publicación de su nuevo artículo no es que confirme que hay alienígenas cual vikingos cósmicos con sus naves dirigiéndose al planeta azul; arXiv es un repositorio de artículos de física, ciencias de la computación, matemáticas etc. y el estudio de Caballero es un buen análisis de probabilidades. Es decir, un cálculo que le permite llegar a una deducción: cuatro civilizaciones de extraterrestres hostiles merodean nuestro vecindario. Con menos pretensiones, lo que ha hecho Alberto Caballero es parecido a lo que hizo en los años 1960 Frank Drake al establecer la famosísima ecuación de Drake, que estima el número de civilizaciones alienígenas detectables en la Vía Láctea Ahora Caballero ha estimado cuáles son las probabilidades de que nuestro planeta sea invadido por una civilización extraterrestre agresiva, hostil, malintencionada, con la tecnología necesaria como para destruir la Tierra. El resultado indica que hay 4 sociedades alienígenas con esas características e intenciones y propone abrir un debate sobre los riesgos implicados en enviar mensajes hacia mundos potencialmente habitables. Quizá es mejor estarse quietecitos. La fórmula de Caballero para detectar enemigos galácticos ¿Cómo ha llegado a este número? Caballero se ha basado en que los alienígenas no serían muy distintos a nosotros, y ha extrapolado qué probabilidad habría de que la humanidad atacara o invadiera un exoplaneta habitado. Ha calculado la probabilidad de que ataquemos o invadamos un exoplaneta habitado una vez que nos convertimos en una civilización Tipo 3 en la Escala Kardashev, es decir, capaz tecnológicamente de realizar un viaje interestelar. La estimación se basa además en la historia mundial de invasiones en el siglo pasado, las capacidades militares de los países involucrados y la tasa de crecimiento global del consumo de energía. El estudio destaca la invasión extraterrestre por parte de una civilización a cuyo planeta enviamos un mensaje. Los resultados muestran que dicha probabilidad es dos órdenes de magnitud menor que la probabilidad de impacto de un asteroide asesino de planetas. 51 países han iniciado guerras en el último siglo El estudio comienza enumerando la cantidad de países que invadieron a otras naciones entre 1915 y 2022. Caballero encontró que un total de 51 de las 195 naciones de la Tierra habían lanzado algún tipo de invasión durante ese período, destacando Estados Unidos con 14 invasiones registradas. Posteriormente, la investigación estima la probabilidad que tiene cada país de lanzar una invasión en función del porcentaje del gasto militar global. Nuevamente, Estados Unidos resalta con el 38% del gasto militar mundial. Las probabilidades actuales de que la humanidad intente conquistar otro planeta habitado son del 0,028 %. A partir de esos datos, Caballero sumó la probabilidad individual de cada país de instigar una invasión, para luego dividir la suma por el número total de países en la Tierra. El resultado muestra, según el autor del nuevo estudio, la probabilidad humana actual de invadir a una civilización extraterrestre. Según este modelo, las probabilidades actuales de que la humanidad intente conquistar otro planeta habitado son del 0,028 %. Según la escala de Kardashev, que fue utilizada en otra investigación reciente para estimar el tiempo que tardará la humanidad en convertirse en una civilización interestelar, lograremos la tecnología necesaria para cumplir en solo 259 años. Cuando eso suceda, las probabilidades de una invasión humana a otro planeta descenderían, porque cuando una civilización avanza tecnológicamente se reducen las invasiones o agresiones, según concluyó el autor a partir de lo sucedido a lo largo de la historia humana. En ese momento, la probabilidad de una invasión sería de 0,0014 %. Y bien, ahora, démosle la vuelta y pensemos que los malos son los extraterrestres. 5.000 exoplanetas, y creciendo Existen ahora más de 5.000 planetas confirmados más allá de nuestro sistema solar, según la NASA. El Archivo de Exoplanetas de la NASA reúne los descubrimientos de exoplanetas procedentes de artículos científicos revisados por pares que han sido confirmados mediante múltiples métodos de detección. Pero este no es el dato más alarmante, si estamos convencidos del interés invasor de los alienígenas. Unos 300 millones de planetas de nuestra galaxia podrían ser habitables, según la NASA. El análisis a partir de datos del observatorio espacial Kepler de la NASA cuantifica con mayor precisión el número exacto de planetas habitables de la Vía Láctea. La estimación ha realizado un cribado a partir de planetas y estrellas similares a la nuestra. Y el resultado es que estamos rodeados de 300 millones de planetas potencialmente habitables, algunos de ellos, según los científicos, a una distancia de unos 30 años luz de nuestro sol. Según explicó a Vice News, Caballero realizó estas estimaciones para intentar llegar a concluir cuántas civilizaciones extraterrestres que hayan logrado el avance tecnológico necesario para realizar viajes interestelares podrían invadir la Tierra. Según el número estimado de exoplanetas, el investigador concluyó que solamente 4 civilizaciones estarían en condiciones de invadirnos. Existirían, según Caballero, 0,22 civilizaciones de Tipo 1 (capaces de realizar viajes interestelares cercanos), y 4,42 civilizaciones si todas ellas fueran como la humanidad (aún no somos de Tipo 1). Caballero destaca que estas 4,42 civilizaciones como la nuestra probablemente no supondrían una amenaza, ya que no tenemos la tecnología para viajar a su planeta (alcanzaremos esa tecnología una vez que seamos un Tipo 1). Podemos dormir tranquilos. #Misterios #Universo

  • Los grandes tiburones blancos podrían haber contribuido a la extinción del megalodón

    Aunque Jason Statham pusiera en problemas a esta gigantesca criatura en la película Megalodón, en la vida real fueron otros los factores que llevaron a la extinción de este gran depredador de los mares hace unos tres millones de años. Algunas de las causas propuestas hasta la fecha han sido cambios climáticos que pudieron afectar a la pérdida de sus áreas de cría, el declive de algunas de sus presas o la competencia con otros cazadores marinos. La competencia por las mismas presas con el gran tiburón blanco pudo haber contribuido a la extinción del megalodón, uno de los mayores carnívoros que han existido, según un análisis del zinc de sus dientes Ahora, un estudio publicado en Nature Communications apoya esta última hipótesis y afirma que los grandes tiburones blancos (Carcharodon carcharias) compitieron por la comida contra sus colosales parientes, uno de los carnívoros más grandes que han existido en el pasado. La investigación se ha centrado en la posición de estos y otros escualos en el nivel trófico, el lugar que ocupan en el ecosistema. En este contexto, la dieta desempeña un papel importante para comprender el estilo de vida y la ecología de un animal. En concreto, los autores han analizado el zinc que se incorpora al esmalte de los dientes cuando se forman, un elemento que puede utilizarse como indicador para entender la dieta de una especie e inferir su nivel trófico en el ecosistema. Los resultados indican que, pese a ser mucho más grandes que el tiburón blanco, los megalodones fueron los perdedores en su particular competición por los recursos alimentarios. El gran tiburón blanco moderno llevó al megalodón a la extinción debido a la competencia por presas similares El equipo internacional de científicos, liderado por Jeremy McCormack desde la Universidad Goethe de Frankfurt (Alemania), ha usado el isótopo de zinc Zn-66 para evaluar geoquímicamente el nivel trófico de 20 especies de tiburones vivos, incluyendo individuos de acuario y salvajes, así como 13 especies fósiles, entre ellas el megalodón (Otodus megalodon). Así se confirmó que este isótopo presenta una estabilidad formidable, conservándose sin alteraciones a lo largo de períodos geológicos, y que sirve para indicar los niveles tróficos de las especies. “El zinc es esencial para los organismos vivos y desempeña un papel crucial en varios procesos biológicos. En los tejidos de los vertebrados, por ejemplo, proviene principalmente de la dieta y sus isótopos son un indicador útil del nivel trófico en los mamíferos”, explican los autores en su estudio. La cantidad de zinc en el esmalte de los dientes depende en buena medida del tipo de dieta, y sus isótopos son un indicador útil del nivel trófico en los mamíferos Al comparar los valores de isótopos de zinc del megalodón y el gran tiburón blanco dedujeron que en algún momento del Plioceno temprano [hace entre 5,3 y 3,6 millones de años aproximadamente] sus niveles tróficos se superpusieron y es posible que compitieran por las mismas presas, como los cetáceos (ballenas) y otros mamíferos marinos. Posibles factores para su extinción “La extinción del O. megalodon puede haber sido causada por múltiples factores ambientales y ecológicos combinados, incluido el cambio climático y limitaciones térmicas, junto al colapso de las poblaciones de presas”, reconocen los autores, pero también por “la competencia de recursos con el tiburón blanco”, como muestra su estudio. Los autores reconocen que hay múltiples causas potenciales de la extinción de O. megalodon, como cambios climáticos y ambientales, pero sugieren que la competencia con el gran tiburón blanco pudo haber sido un factor En cualquier caso, la hipótesis que plantea este trabajo no es nueva. El investigador Robert W. Boessenecker, del Museo de Paleontología de la Universidad de California (UCMP), publicó en 2019 un artículo donde ya sostenía que la evolución del gran tiburón blanco moderno favoreció la desaparición del colosal escualo debido a la competencia por el alimento. #Tiburones

  • Cómo conectar algo con todo y que sirva para mucho: una breve introducción a la teoría de los sistem

    Empecemos por lo básico: un sistema es un conjunto de elementos interrelacionados, organizados de manera coherente para alcanzar un fin, desde el sistema circulatorio al sistema educativo, el social, etc. Y los sistemas simples se engloban en sistemas complejos (el sistema celular dentro del sistema fisiológico). “Pensar en sistemas” es un modo de entender los fenómenos naturales y humanos como totalidades en vez de tomar a sus integrantes por separado, ya que un sistema es más que la suma de sus partes. A esta manera de conceptualizar el mundo se la denomina teoría de sistemas. El biólogo austríaco Ludwig von Bertalanffy fue el primero en diseñar una “teoría general de los sistemas” en los años 40 del siglo pasado. Se propuso superar la especialización excesiva en biología en una especie particular con un abordaje que abarcase al conjunto de los seres vivientes. Posteriormente, su enfoque se enriqueció con las aportaciones de la cibernética y, tornándose interdisciplinar, se extendió a los campos más diversos. Explicar de modo sencillo qué características poseen los sistemas y cómo funcionan es el objetivo de Pensar en Sistemas, editado por Capitán Swing, el libro póstumo de la bióloga estadounidense Donella Meadows, fallecida en 2001. La investigadora del Massachussets Institute of Technology cobró celebridad cuando publicó con otros autores Los límites del Crecimiento (1972), el informe que alertó de la “mala salud” del planeta Tierra y legitimó científicamente la crítica ecológica, hasta entonces considerada cosa de hippies y filósofos excéntricos (un gran mérito del estudio fue abordar la economía y el medio ambiente no como ámbitos separados, sino como partes de un sistema integrado). En su libro Meadows identifica los rasgos principales de un sistema: resiliencia: la capacidad de recibir choques y reorganizarse sin perder su función e identidad (ej. el sistema económico puede absorber una recesión y seguir funcionando); autoorganización: la facultad de coordinar y sincronizar sus procesos sin necesidad de agentes externos (ej. la interacción entre las moléculas para formar células y posteriormente los órganos de los animales); sobrecarga: el rebasamiento de los límites tolerables (ej. el aumento del C02 atmosférico por encima del nivel que el ecosistema puede soportar); y retroalimentación: el efecto estabilizador o desestabilizador que tienen sobre el sistema las reacciones provocadas por su propio funcionamiento. Dinámicas imprevistas Respecto de esto último, Meadows explica que la retroalimentación puede generar bucles con dinámicas dañinas: la sobrepesca del atún rojo provoca su escasez, lo que a vez aumenta su precio, lo que estimula a pescarlo más, lo que acrecienta su escasez… O el que lleva a los ricos a volverse más ricos y a las empresas a constituir oligopolios. Y agrega que numerosos fallos del sistema se deben a la ausencia de datos o a la mala calidad de la información manejada (en el caso del atún rojo, lo que falta es información sobre el tamaño de sus cardúmenes que ayude a regular su pesca de un modo sostenible). La retroalimentación puede generar bucles con dinámicas dañinas: la sobrepesca del atún rojo provoca su escasez, lo que a vez aumenta su precio, lo que estimula a pescarlo más, lo que acrecienta su escasez Oponiéndose al determinismo de la ciencia tradicional, la autora afirma que los sistemas complejos son impredecibles: “Son comprensibles solo de un modo general. El objetivo de predecir su futuro exacto y prepararnos para él perfectamente es irrealizable. Nunca podemos entender complemente el mundo”, admite con humildad; y a diferencia de los expertos que solo buscan el control total —como los estadounidenses que creyeron que con el análisis de sistemas podrían ganar la guerra de Vietnam—, sostiene que “no podremos encontrar una relación adecuada y sostenible con la naturaleza, o con nuestras instituciones, si tratamos de hacerlos desde el lugar del conquistador omnisciente”. Su realismo no tiene nada de pesimista. Cuando “comencemos a entender cómo funcionan los sistemas, qué los lleva a producir malos resultados y cómo modificarlos para que sigan pautas mejorables, el pensamiento sistémico nos ayudará a gestionar, adaptar y ver la amplia gama de opciones que tenemos. Es un modo de pensar que nos otorga la libertad para identificar las raíces de los problemas y divisar nuevas oportunidades”, defiende Meadows. Nos fijamos en el árbol y no en el bosque Ignorar las dinámicas del sistema social condenó a la Ley Seca y a la “guerra contra las drogas” a la inoperancia. Conocerlas nos enseña a no insistir en políticas abocadas al fracaso —especialmente las que pretenden solucionar un problema sin considerar su relación con su entorno— y diseñar otras que, adaptadas a los objetivos inherentes al sistema, puedan orientarlo en determinada dirección. Un ejemplo ilustrativo es la planificación familiar: ninguna podrá tener éxito si no se incluye en la ecuación el deseo de las parejas —el sistema familiar— de tener muchos o pocos hijos. Conocer las dinámicas nos enseña a no insistir en políticas abocadas al fracaso, especialmente las que pretenden solucionar un problema sin considerar su relación con su entorno No estamos habituados a razonar así, desde luego; por lo común nos fijamos en el árbol y no en el bosque; una fijación que el periodismo, con su obsesión por el acontecimiento y su desprecio por los procesos y las estructuras, no ayuda a corregir, critica Meadows. Con el paso del tiempo, la teoría de sistemas se ha complejizado; basta con pensar en los sofisticados modelos con los que miles de científicos intentan dar cuenta de las variaciones climáticas. En esta obra la autora hizo un notable esfuerzo por divulgarla apoyándose en una abundancia de diagramas, un recurso visual que, inexplicablemente, pocos científicos y divulgadores suelen utilizar. El resultado es una introducción accesible a uno de los paradigmas intelectuales más fructíferos de los últimos cien años #Libros #Sociedad

  • El ruido del tráfico en las escuelas empeora la atención y la memoria de los menores

    El ruido procedente del tráfico rodado es un enorme problema en las ciudades, de eso no hay duda. Sin embargo, aunque se sabe desde hace tiempo que es uno de los factores ambientales que más afecta a la salud de los adultos, las evidencias sobre sus consecuencias en los más pequeños todavía son escasas. Ahora, un estudio realizado en 38 centros escolares de Barcelona, que contó con la participación de 2.680 niños y niñas de entre siete y diez años de edad, sugiere que estos sonidos en los colegios tienen un efecto perjudicial sobre el desarrollo de la memoria de trabajo y la capacidad de atención del alumnado de primaria. Los resultados de esta investigación, enmarcada en el proyecto BREATHE y liderada por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación “la Caixa”, se han publicado en la revista PLoS Medicine. Los niños y niñas que iban a escuelas con mayor ruido de tráfico tuvieron un desarrollo cognitivo más lento durante ese año que aquellos de centros más silenciosos El equipo se centró en dos habilidades que se desarrollan con rapidez en la preadolescencia y resultan esenciales para el aprendizaje y el rendimiento escolar: la capacidad de atención (que hace posible, entre otros procesos que atendamos a estímulos específicos de forma selectiva) y la memoria de trabajo (que nos permite mantener y manipular información en periodos cortos de tiempo). “Entre los resultados principales observamos que los niños y niñas que iban a escuelas con mayor ruido de tráfico tenían un desarrollo cognitivo más lento durante ese año que aquellos de centros más silenciosos”, explica a SINC María Foraster, primera autora del trabajo. Por otro lado, dentro del aula se observó también que el ruido de tráfico más fluctuante, es decir, con muchos picos y valles, tenía un efecto mayor en dichas funciones cognitivas. Los resultados son coherentes con las pruebas sobre el ruido de los aviones en las escuelas, que muestran que los niveles más altos repercuten en la comprensión lectora y la hiperactividad. “Estos sonidos son un efecto secundario de la vida moderna. No se habla lo suficiente de que es perjudicial para la salud y el bienestar. Podría decirse que su influencia en el aprendizaje de los alumnos en las escuelas es el peor daño del ruido ambiental”, apunta Trevor Cox, catedrático de Ingeniería Acústica de la Universidad de Salford (Reino Unido), en declaraciones al SMC Reino Unido. “Esto se debe a que cualquier falta de rendimiento es perjudicial para la salud y el bienestar del resto de vida de los estudiantes. Abordar el tema del ruido es especialmente importante para la igualdad, porque las escuelas de las zonas desfavorecidas suelen estar en lugares más ruidosos”, añade. Doce meses de estudio Durante 2012 y 2013, los menores de entre 6 y 10 años realizaron cuatro veces los test cognitivos. El objetivo de estas pruebas era estudiar también la evolución de ambas habilidades a lo largo del tiempo. En paralelo, se efectuaron mediciones de ruido tanto en el exterior de las escuelas participantes, como en los patios y en el interior de las aulas. Los resultados muestran que, transcurrido el año de estudio, la progresión de la memoria de trabajo, de la memoria de trabajo compleja y de la capacidad de atención fue más lenta en alumnos y alumnas que asistían a escuelas con mayor ruido de tráfico. No se habla lo suficiente de que el sonido del tráfico es perjudicial para la salud y el bienestar. Podría decirse que su influencia en el aprendizaje de los alumnos en las escuelas es el peor daño del ruido ambiental Trevor Cox, Universidad de Salford Por ejemplo, un incremento de 5 dB en los niveles de ruido exterior se tradujo en un desarrollo de la memoria de trabajo un 11,4 % más lento que la media y en un desarrollo de la memoria de trabajo compleja un 23,5 % inferior. Asimismo, dicha exposición se tradujo en un desarrollo de la capacidad de atención un 4,8 % más lento que la media. “Nuestro análisis refuerza la hipótesis de que la infancia es un periodo vulnerable en el que estímulos externos como el ruido pueden afectar al rápido proceso de desarrollo cognitivo que tiene lugar antes de la adolescencia”, afirma Jordi Sunyer, investigador de ISGlobal y último autor del estudio. “Teniendo en cuenta que muchos niños europeos de grandes ciudades están expuestos a altos niveles de ruido del tráfico, este estudio tiene implicaciones para las políticas públicas de reducción del ruido del tráfico cerca de las escuelas”, sostiene, por su parte, Iroise Dumontheil, profesora del Centro de Desarrollo Cerebral y Cognitivo de la Universidad de Londres. Diferencias entre el interior y el exterior del aula En el análisis del ruido externo, tanto un mayor nivel medio como una mayor fluctuación en los niveles en la escuela se asociaron con una peor evolución en los resultados del alumnado en todas las pruebas. En el interior de las aulas, una mayor fluctuación en la escala de ruido también se asoció a una evolución más lenta a lo largo de un año en todos los test cognitivos. Un incremento de 5 dB en los niveles de ruido exterior se tradujo en un desarrollo de la memoria de trabajo un 11,4 % más lento que la media y en un desarrollo de la memoria de trabajo compleja un 23,5 % inferior En cambio, los niños y niñas expuestos a mayores niveles medios en clase durante el año solo tuvieron peores resultados que el alumnado en clases más silenciosas en la prueba de la capacidad de atención, pero no en los test de memoria de trabajo. “Este resultado apunta a que los picos de ruido en el interior del aula podrían resultar más disruptivos para el neurodesarrollo que la media de los decibelios. Esto es importante, porque refuerza la hipótesis de que quizá influyan más las características del sonido que sus niveles medios, cuando actualmente las políticas solo se basan en la media de decibelios”, puntualiza Foraster. Ruido en el domicilio, menos influyente El equipo comparó los resultados con lo que podía pasar en los hogares de los menores. Partiendo del mapa de ruido de tráfico rodado de la ciudad de Barcelona del año 2012, se estimó los niveles medios en el domicilio de cada participante. Sin embargo, en este caso no se observó relación alguna con el desarrollo cognitivo. “Esto podría deberse a que la exposición al ruido en la escuela es más perjudicial porque afecta a ventanas vulnerables de concentración y a procesos de aprendizaje. Además, mientras que en los centros escolares se efectuaron mediciones de ruido, en los domicilios se realizaron estimaciones que podrían ser menos precisas y que únicamente reflejaba el exterior, algo que también podría haber influido en los resultados”, subraya la experta española. Una de las medidas más eficientes sería reducir este tráfico en los entornos escolares. De este modo, podríamos proteger la salud de estos niños y niñas durante las horas de aprendizaje María Foraster, autora de ISGlobal Se necesitan más estudios El equipo científico subraya la necesidad de realizar nuevos estudios sobre el ruido de tráfico rodado en otras poblaciones para determinar si estos primeros resultados son extrapolables a otras ciudades y contextos. “Este es el primer estudio y, evidentemente, tendremos que hacer más para confirmar estos resultados. Pero sabiendo que el ruido del tráfico de los coches es la fuente más común, tanto de ruido como de contaminación atmosférica, una de las medidas más eficientes sería reducir este tráfico en los entornos escolares. De este modo, podríamos proteger la salud de estos niños y niñas durante las horas de aprendizaje”, concluye Foraster. #Educación #Salud

  • La inteligencia artificial revela variaciones en la anatomía cerebral de personas con autismo

    Comprender la heterogeneidad del cerebro de las personas con trastorno del espectro autista (TEA) podría ser fundamental para mejorar su calidad de vida, ya que posibilitaría diagnósticos específicos e intervenciones conductuales más dirigidas. Ahora, investigadores del Boston College (EE UU) han usado el machine learning (aprendizaje automático) para un análisis detallado de imágenes cerebrales de personas con autismo y han desvelado que las diferencias de comportamiento entre las personas con este trastorno están relacionadas con las variaciones en la estructura del cerebro. Los resultados del estudio se han publicado en la revista Science. El equipo utilizó esta técnica de inteligencia artificial (IA) para estudiar los datos de las imágenes de resonancia magnética de más de 1.000 individuos con TEA y comparó esas imágenes con las que ofrecían las simulaciones computacionales sobre el aspecto que tendrían los cerebros si no tuvieran este trastorno. Según explica a SINC Aidas Aglinskas, neurocientífio de la institución estadounidense y coautor del trabajo, “las variaciones estudiadas son diferencias en la neuroanatomía que indican un desarrollo alterado en determinadas regiones del cerebro”. Las variaciones estudiadas son diferencias en la neuroanatomía que indican un desarrollo alterado en determinadas regiones del cerebro. / Aglinskas et al/ Boston College Áreas cerebrales expandidas y comprimidas “En este estudio —prosigue— hemos investigado los cambios volumétricos asociados al trastorno del espectro autista, identificando las áreas cerebrales que están expandidas o comprimidas en comparación con lo que se esperaría si esa persona no lo tuviera”. El experto indica que observaron que los cerebros de los individuos con autismo “difieren entre sí en muchas regiones cerebrales, incluidas las asociadas a los síntomas conocidos del TEA, como las implicadas en la cognición social, el lenguaje y las cortezas motoras”. Observamos que los cerebros de las personas con autismo difieren entre sí en muchas regiones cerebrales, incluidas las asociadas a los síntomas conocidos del TEA, como las implicadas en la cognición social, el lenguaje y las cortezas motoras Aidas Aglinskas, neurocientífio y coautor del estudio También señala que el hecho de que distintas personas con TEA “puedan tener afectadas diferentes regiones podría ayudar a explicar las grandes diferencias individuales en los síntomas: los afectados por este trastorno suelen presentar diferentes síntomas de distinta gravedad”, subraya. El autismo difiere, tanto en síntomas como en neuroanatomía, de un individuo a otro. Investigaciones previas ya habían planteado la hipótesis de que podría no haber un único conjunto de correlaciones neuroanatómicas comunes a todos los individuos con TEA. “Confirmar estas propuestas ha sido difícil porque identificar las alteraciones neuronales específicas del TEA es una tarea complicada”, afirma Aglinskas. “Los cerebros son diferentes debido a muchos factores, incluida la variación genética no debida a este trastorno, que es difícil de controlar en un estudio de investigación”. El equipo superó esa barrera empleando el machine learning para identificar patrones de variabilidad neuronal que son específicos del TEA, lo que permitió identificar las vías neuronales específicamente afectadas, dice Aglinskas, quien realizó la investigación con los profesores adjuntos de neurociencia del Boston College Joshua Hartshorne y Stefano Anzellotti. Variaciones neuroanatómicas escondidas “Las diferencias relacionadas con el TEA en la anatomía del cerebro pueden ‘esconderse’ entre las diferencias que no están relacionadas con este trastorno”, apunta Aglinskas. “Como consecuencia, ha sido difícil identificar las variaciones en la anatomía del cerebro que están relacionadas con los distintos síntomas. Por eso, usamos la IA para separar las diferencias relacionadas con el trastorno de las que no lo estaban”. Los investigadores utilizaron patrones detectados por ordenador para crear una simulación de cómo sería el cerebro de cada individuo con TEA si no lo tuviera Con los datos de resonancia magnética de 1.103 participantes, los autores usaron un método de análisis que recuerda al deepfake, donde se trabaja con vídeos, fotografías y otras imágenes simuladas, aparentemente reales, difíciles de detectar, creadas con los datos visuales de los participantes en el estudio. En este caso los investigadores utilizaron patrones detectados por ordenador para crear una simulación de cómo sería el cerebro de cada individuo con TEA si no lo tuviera. Esto fue posible gracias a técnicas de machine learning, que separan las diferencias individuales en la anatomía del cerebro en la características específicas del TEA y las no relacionadas. “Nos sorprendió descubrir que, a pesar de observar una gran variación en la anatomía del cerebro entre los individuos con autismo a través de múltiples dimensiones, los sujetos no se agrupaban en subtipos distintos y categóricos como se pensaba anteriormente”, señala Aglinskas. “A nivel de anatomía cerebral, las diferencias individuales dentro del TEA podrían ser mejor captadas por las dimensiones continuas que por los subtipos categóricos, según el coautor, “pero es importante destacar que esto no descarta la posibilidad de que se puedan encontrar subtipos categóricos con otros tipos de mediciones cerebrales, como las imágenes funcionales”. De cara al futuro, los autores indican la necesidad de comprender con más detalle cómo estas diferencias neuroanatómicas afectan al comportamiento. Anzellotti destaca que planean utilizar las herramientas de IA para buscar, más allá de la estructura del cerebro, formas de entender mejor los diagnósticos de TEA y el comportamiento de los individuos afectados. Diferencias individuales dentro del TEA “Dos cerebros pueden tener una forma muy similar y aun así funcionar de forma diferente”, comenta Anzellotti. “Hay una serie de otros aspectos del cerebro que tendremos que observar para obtener una imagen completa. En este momento, nos centramos en la conectividad funcional, una medida de cómo está ‘conectado’ el cerebro”. El objetivo de este trabajo es poder utilizar los datos de las imágenes cerebrales para ayudar a desarrollar enfoques sanitarios personalizados de las personas con autismo Una gran pregunta es si eso nos mostrará algo nuevo sobre las diferencias individuales dentro del TEA. El objetivo de este trabajo es poder utilizar los datos de las imágenes cerebrales para ayudar a desarrollar enfoques sanitarios personalizados para las personas con autismo, subrayan los autores. Aidas Aglinskas destaca que las herramientas de aprendizaje automático, que permiten encontrar patrones sutiles en grandes conjuntos de datos como los que proporciona la neuroimagen, “pudimos desentrañar las diferencias neuroanatómicas a nivel individual específicas del TEA; y observamos que estas diferencias en la estructura estaban relacionadas con los síntomas del este trastorno, lo que nos acerca a enfoques de medicina de precisión en estos casos”. El poder de la neuroimagen y los datos Por su parte, el investigador español Santiago Canals, del Instituto de Neurociencias (CSIC- UMH), que no ha participado en el estudio, comenta que “para los que todavía tengan dudas, este estudio muestra la potencia de la neuroimagen para avanzar en el conocimiento del cerebro, cuando se aplican las técnicas adecuadas de forma correcta”. Canals añade que el trabajo “también destaca el extraordinario valor de los repositorios de datos de grandes dimensiones y su uso abierto para la ciencia”. En esta investigación, que ha empleado un grupo de sujetos control y otro con trastorno del espectro autista —unos 1.000 en total—, los autores “han sido capaces de entresacar la variabilidad individual asociada con el autismo, de otras fuentes de variabilidad irrelevante, incluido el tipo de escáner en el que se adquieren los datos de imagen. Más allá del avance específico sobre nuestro conocimiento de la estructura del espectro autista, el estudio ofrece una interesante estrategia de análisis con aplicaciones generales”, concluye.

  • Cómo salvar arrecifes de coral por el sonido que emiten

    Un arrecife de coral sano no solo se caracteriza por sus vibrantes colores sino por los sonidos que emite. Si has tenido la oportunidad de bucear cerca de alguno, habrás podido oír como chasquidos que emiten las distintas criaturas que viven bajo el agua, como los camarones o los peces. Al ser este zumbido de fondo una característica tan propia del paisaje sonoro de los arrecifes de coral, podríamos fijarnos en él para vigilar su estado de salud, pues se encuentran en peligro. Esta es la idea que ha tenido un equipo de investigadores que ha empleado machine learning (aprendizaje automático) para entrenar un algoritmo que reconozca las sutiles diferencias acústicas que hay entre un arrecife sano y otro degradado, un contraste tan tenue que puede ser imposible que nuestros oídos lo capten. Los investigadores afirman que la herramienta ofrece interesantes ventajas si la comparamos con otros procedimientos que se emplean para conocer el estado de salud de los arrecifes. La herramienta ahorra mucho tiempo y trabajo y es que solo hay que pensar en lo que supone la operación sin ella: visitas periódicas de buzos que evalúen de manera visual cómo está la cubierta de coral, escuchar luego las grabaciones que se hagan… También hay que tener en cuenta que muchos animales que viven en este ecosistema submarino se esconden o solo se ven por la noche, lo que complica aún más los estudios visuales. “Nuestros hallazgos demuestran que un ordenador puede captar patrones que son indetectables para el oído humano“, afirma el biólogo marino Ben Williams, de la Universidad de Exeter (Reino Unido). “Puede decirnos más rápidamente y con mayor precisión cómo está el arrecife”. Lo que hicieron Williams y sus colegas para captar los sonidos de los corales fue grabar en siete lugares distintos del archipiélago de Spermonde, situado frente a la costa suroeste de Sulawesi, en Indonesia, que es además la sede del proyecto Mars Coral Reef Restoration para la restauración de los arrecifes coralinos. Las grabaciones incluían cuatro tipos de hábitat de arrecife: sano, degradado, maduro restaurado y recién restaurado. Cada uno de ellos tenía una cantidad de cobertura coralina distinta y, por consiguiente, un ruido diferente. “Anteriormente dependíamos de la escucha y anotación manual de estas grabaciones para hacer comparaciones fiables”, explicó Williams en un hilo de Twitter. “Sin embargo, este es un proceso muy lento y el tamaño de las bases de datos de paisajes sonoros marinos se está disparando con la llegada de grabadoras de bajo coste”. Para automatizar el proceso, el equipo entrenó un algoritmo de machine learning para que fuera capaz de diferenciar los distintos tipos de grabaciones de corales. Las pruebas posteriores demostraron que la herramienta de inteligencia artificial podía identificar la salud de los arrecifes a partir de las grabaciones de audio con una precisión del 92 %. “Es un avance realmente emocionante”, afirma el coautor y biólogo marino Timothy Lamont, de la Universidad de Lancaster, en Reino Unido. “En muchos casos es más fácil y barato desplegar un hidrófono submarino en un arrecife y dejarlo allí que tener buzos expertos que visiten el arrecife repetidamente para estudiarlo, especialmente en lugares remotos.” Según los investigadores, los resultados del algoritmo dependen de una combinación de factores del paisaje sonoro submarino, como la abundancia y la diversidad de las vocalizaciones de los peces, los sonidos de los invertebrados e incluso los ruidos débiles que se cree que producen las algas, junto con las contribuciones de fuentes abióticas, como las sutiles diferencias en el sonido de las olas y el viento en los distintos tipos de hábitat coralino. Como han apuntado los expertos, nuestro oído no es capaz de identificar con facilidad esos sonidos débiles que pueden darse en un arrecife, pero una máquina sí puede hacerlo y de manera fiable. Sin embargo, reconocen que el método tiene margen de perfeccionamiento para ofrecer un mayor muestreo de sonidos y “un enfoque más matizado para clasificar el ecoestado”. La mala noticia es que tiempo es justo lo que no tienen los arrecifes de coral. Hay que actuar rápido si queremos salvarlos. #CambioClimático

  • El misterio de la princesa egipcia de nombre desconocido

    Pero, de entre todas las anomalías, la más grande era, sin embargo, que ambos carecían de nombre que los identificara, algo inusual en el mundo funerario egipcio, que tanta importancia otorga al mantenimiento del nombre. La única inscripción que apareció en el conjunto de ataúdes y momias fue una oración funeraria estándar, estampada en yeso sobre la tapa del ataúd de la mujer. La columna de texto medía más de un metro de alto, pero el texto dorado estaba fragmentado en los dos tercios inferiores de su extensión: “Una ofrenda que el rey da a Osiris, señor de Djedu, una ofrenda de pan y cerveza, aves y bueyes, para el espíritu de…” Junto a ella, en una pequeña caja sin decoración alguna, aparecieron los restos de un niño de dos o tres años, cuyo sexo fue imposible de determinar. Tampoco su parentesco con la mujer del sarcófago dorado, aunque deberíamos suponer que una relación materno filial pudo haber existido, dada la forma del enterramiento. iStock Pero, de entre todas las anomalías, la más grande era, sin embargo, que ambos carecían de nombre que los identificara, algo inusual en el mundo funerario egipcio, que tanta importancia otorga al mantenimiento del nombre. La única inscripción que apareció en el conjunto de ataúdes y momias fue una oración funeraria estándar, estampada en yeso sobre la tapa del ataúd de la mujer. La columna de texto medía más de un metro de alto, pero el texto dorado estaba fragmentado en los dos tercios inferiores de su extensión: “Una ofrenda que el rey da a Osiris, señor de Djedu, una ofrenda de pan y cerveza, aves y bueyes, para el espíritu de…” Lo que debería poder leerse a continuación era la declaración de los títulos de la mujer y su nombre, pero para cuando Petrie pudo extraer el ataúd ya se había perdido toda esa área del yeso. Sin embargo, varias pistas indicaban que la mujer ocupaba un puesto en la cima de la sociedad. Probablemente era miembro de la familia real en algún momento de la dinastía XVII. El primer indicador se encontraba en la ubicación del enterramiento, en un área que, durante tiempo, había sido relativamente restringido a miembros de la familia real. Eran tumbas pequeñas y modestas. Egipto se hallaba completamente dividido, con el Delta controlado completamente por los hyksos, un pueblo extranjero de origen asiático, y el sur estaba dominado por familias reales kushitas, de origen nubio. Esto hacía que los reyes tebanos tuvieran complicaciones para acceder a importantes rutas comerciales, tanto por el Mediterráneo como en el África subsahariana, donde se hallaban las mejores minas de oro. El enterramiento de nuestra mujer desconocida se saltaba todas las lógicas del periodo, y mostraba un excepcional conjunto de piezas funerarias impropias de los otros enterramientos reales. El primer elemento extraño eran las joyas que lucía la dama. Pendientes, pulseras y collares de oro y una faja de electrum, una aleación de oro y plata. La rareza estaba en el oro, pues contenía una pureza inusual en las piezas egipcias, cercana al 90 %. Esto apuntaba más a piezas de origen nubio, procedentes de las minas kushitas. Además, los collares se encontraban entre los primeros ejemplos encontrados en Egipto de esta tipología. El niño también mostraba joyas, alrededor de la cintura y de los tobillos. Estaban confeccionadas con cuentas cerámicas y alguna de electrum. También lucía tres pulseras de marfil, cuya procedencia debía encontrarse, sin duda, en los elefantes africanos que solo podían encontrarse en territorios al sur de Egipto. Además de las bellas joyas y la calidad del oro, otro elemento significativo fueron los recipientes cerámicos. Entre ellos, se encontraban vasijas de una cerámica muy fina que tenía su origen también en nubia. Se conoce como tipo kerma. La provisión de cerámica tipo Kerma en un entierro egipcio es del todo extraordinaria. Indica que uno o ambos tenían conexión con la cultura funeraria nubia. El propio Petrie ya sugirió que el cráneo de la mujer no era típicamente egipcio, aunque los exámenes más recientes practicados sobre los esqueletos con el fin de determinar su origen étnico no han sido concluyentes, por lo que cabe la misma posibilidad de que la mujer fuera tanto egipcia como nubia. Sin embargo, estos últimos análisis sí que han revelado una información importante: la alimentación de la mujer no era propiamente egipcia. Las caries y otros aspectos revelados por isótopos de carbono y nitrógeno en su esqueleto han desvelado que su dieta se encontraba a medio camino entre la típica de los egipcios y la de los nubios. Si analizamos, por tanto, las pistas dejadas por la princesa de nombre desconocido y el niño enterrado junto a ella, solo nos quedan dos opciones: la primera, es que se trate de una mujer egipcia de alto rango con gusto por la comida nubia, quizá por consideraciones familiares, que al fallecer recibió regalos obsequiados respetuosamente por algún gobernante de Kush, tal vez para un entierro real en Tebas; la segunda opción es que se tratara de una mujer nubia que se había mudado a Egipto cuando era joven. Esto podría apuntar a un matrimonio dinástico acordado, en el que la mujer sería una princesa nubia ofrecida en matrimonio a la familia real tebana, o la descendencia de tal matrimonio. Si la respuesta correcta fuera la segunda, como apuntaba el egiptólogo Bill Manley, deberíamos replantearnos muchas cuestiones acerca de las relaciones diplomáticas durante la dinastía XVII, que hasta ahora se considera un periodo en el que Tebas y Kush estaban en continuo conflicto. #Egipto #Misterios

  • ¿Por qué el oxígeno que respiramos no se agota?

    El oxígeno que produce el Amazonas lo consume la selva, el que producen las cianobacterias lo consumen los animales del mar. ¿Entonces? ¿De dónde sale el oxígeno que respiramos? A la pregunta: “¿De dónde proviene el oxígeno que respiramos?”, la mayoría de nosotros respondería que de las plantas, teniendo en mente la imagen de la selva tropical del Amazonas o de nuestras sierras y montañas, asociada a la importancia de su conservación. Sin embargo, la respuesta correcta incluye junto a las plantas a diminutos organismos marinos que flotan por miles en cada gota de agua: las cianobacterias. Las cianobacterias marinas son las responsables de 50 % de oxígeno que se produce en la Tierra. Ellas dotan de oxígeno al mar, permitiendo que respiren los seres marinos. Si las cianobacterias dejaran de cumplir su función, el mar sería un cementerio. Ellas nos dieron la bolsa de oxígeno primigenia de la que aún respiramos. Cómo se creó el oxígeno que respiramos Durante la primera mitad de la historia de nuestro planeta no hubo oxígeno en la atmósfera. Fueron las cianobacterias primigenias las que evolutivamente desarrollaron la fotosíntesis oxigénica: un método para tomar energía de la luz del sol para producir azúcares del agua y el CO₂, que tiene como resultado final la liberación de oxígeno. Este espectacular evento que se conoce como la Gran Oxidación o la revolución del oxígeno fue determinante en nuestra historia evolutiva. El aumento de la concentración de oxígeno permitió la aparición de formas de vidas multicelulares, que fueron aumentando su complejidad hasta alcanzar la biodiversidad actual. Hoy en día seguimos viviendo de esta reserva creada durante millones de años, que se mantiene gracias a que el balance con los otros procesos donde se consume oxígeno es casi nulo. Sólo una milésima parte de la actividad fotosintética mundial escapa de los procesos biológicos y se agrega al oxígeno atmosférico. La falta de oxígeno que arrasa la vida marina En la superficie de los océanos las cianobacterias marinas producen enormes cantidades de oxígeno. Suficiente para la vida marina. Sin embargo, en ocasiones el sistema se descompensa y las aguas se vuelven inhabitables para la mayoría de los organismos aerobios. Cianobacteria Prochlorococcus marinus. Wikimedia Commons / Luke Thompson from Chisholm Lab and Nikki Watson from Whitehead, MIT En ellas, la solubilidad del oxígeno es menor, el agua menos densa y no hay corrientes para la ventilación. Estas zonas se han multiplicado en los últimos años principalmente por el calentamiento del océano que hace disminuir la solubilidad de los gases y por el exceso de nutrientes, debido a la actividad antropogénica. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, en el Mar Menor, que debido al vertido de grandes cantidades de nutrientes procedentes de la actividad agraria (nitratos y fosfatos) causa la eutrofización y se disminuye el oxígeno que los peces necesitan para la vida. Las consecuencias de estas zonas con hipoxia sobre la vida marina son evidentes. Sólo sobreviven aquellos individuos que pueden migrar a otras regiones y mueren o morirán los organismos que no se pueden mover por sí mismos o se desplazan muy lentamente (algas, invertebrados, moluscos, corales, pastos marinos, algunos equinodermos, etc.). Si nos quedáramos sin oxígeno en los océanos, se produciría una enorme pérdida de hábitat y de biodiversidad. La importancia de las cianobacterias marinas Las cianobacterias marinas forman parte, junto a las algas unicelulares, del fitoplancton. Estos microorganismos flotan por miles en cada gota de agua de las capas superiores del océano y constituyen el primer eslabón de la cadena trófica de estos ecosistemas. Sin ellos, mares y océanos serían desiertos sin vida. Además, contribuyen sustancialmente a mantener los ciclos de carbono, oxígeno y nitrógeno en la biosfera. Estos microorganismos realizan su ciclo de renovación y muerte en apenas unos días. Son la fuente que produce la mayor parte del oxígeno mundial y además de absorber la luz y liberar oxígeno, retira el CO₂ disuelto para fijarlo, en forma de carbohidratos, a sus estructuras biológicas. Cuando el fitoplancton muere, parte del carbono captado cae a las profundidades del océano. Cianobacteria Synechococcus. Wikimedia Commons / Masur Cianobacterias marinas: Synechococcus y Prochlorococcus Las cianobacterias marinas están formadas en su mayoría por dos grandes géneros: Synechococcus y Prochlorococcus. Hasta hace unos 45 años, estos microorganismos eran completamente desconocidos. Synechococcus no se descubrió hasta finales de los años 70 y su pariente más cercano, Prochlorococcus, hasta 1986. La distribución oceánica de estos grupos depende, entre otros factores, de la disponibilidad de nutrientes y la temperatura. Mientras que Prochlorococcus abunda en las aguas pobres en nutrientes de las zonas subtropicales y tropicales, Synechococcus prospera en aguas con niveles intermedios y moderadamente bajos de nutrientes, colonizando un número amplio de nichos ecológicos. Estudios recientes han mostrado que las interacciones con predadores son también un factor importante en la distribución de estos microorganismos. Aunque las cianobacterias requieren nitrógeno como nutriente esencial para el crecimiento, su disponibilidad es un factor limitante en los océanos. Este elemento lo podemos encontrar en forma de amonio, urea, nitrito, nitrato o aminoácidos, siendo el primero la fuente preferida de estos microorganismos. ¿Son capaces de coexistir ambos géneros? Ambos organismos habitan zonas donde los nutrientes son muy escasos, y cabría preguntarnos si pueden coexistir, o la presencia de uno excluye al otro al ser competidores por los mismos nutrientes. La respuesta es que sí, coexisten. Aunque Prochlorococcus es más abundante, Synechococcus marino es capaz de coexistir con éxito, incluso en zonas oligotróficas de los océanos. Entonces, ¿cómo lo consigue? Esta respuesta aún no se conoce con certeza, pero una hipótesis es que Synechococcus prefiera utilizar el nitrato del medio y no competir por el amonio. Por ello, la asimilación de nitrato es de particular interés, porque es una forma de nitrógeno abundante en los ambientes marinos, aunque al mismo tiempo es una fuente costosa para la célula, ya que está completamente oxidada y la célula necesita llevar a cabo dos reacciones de reducción para poder utilizarla: tiene que pasar el nitrato a nitrito y el nitrito a amonio. Además, casi todas las estirpes marinas de Synechococcus poseen los genes que codifican la maquinaria para asimilar el nitrato, a diferencia de la mayoría de Prochlorococcus, que carecen de ella. Nuestro trabajo en el laboratorio con Synechococccus consiste en la medición de diferentes parámetros que indican el estado de los cultivos según la disponibilidad de nitrógeno. Algunos resultados preliminares de nuestro grupo sugieren la existencia de un sistema que permite a Synechococcus detectar concentraciones nanomolares de nitrato. ¿Se trata de un sistema específico en su respuesta a bajísimas concentraciones de nitrato? Seguimos trabajando para responder a esta pregunta que nos permita profundizar en el conocimiento de las mayores productoras de oxígeno de La Tierra. #PlanetaTiera

  • ¿Es este el ‘camino a la Atlántida’? Encuentran una ‘vía de baldosas amarillasR

    Científicos marinos a bordo del buque de exploración (E/V) Nautilus han descubierto un antiguo lecho de lago seco que parece un “camino de baldosas amarillas”, cuya apariencia del suelo llevó a los investigadores a describirlo como “el camino a la Atlántida” (o quizá el que siguió Dorothy en el mago de Oz). ¿Qué es exactamente este camino? La exploración tuvo lugar durante el estudio del equipo de investigación sobre los montes submarinos, montañas formadas por actividad volcánica, en un área llamada cresta Liliʻuokalani en el Monumento Nacional Marino Papahānaumokuakea (PMNM) en el Océano Pacífico. Mientras el equipo utilizaba un vehículo operado por control remoto en su investigación, observaron una increíble formación rocosa que, fuera de toda leyenda, es un ejemplo de la antigua geología volcánica activa en el fondo del océano cerca de Hawái. Esta característica geológica un tanto insólita de aspecto similar a un camino pavimentado con adoquines, se encuentra en una de las áreas de conservación marina más grandes del mundo, más grande que todos los parques nacionales de los EE. UU. combinados, y también de las zonas menos exploradas: apenas se ha observado el 3% de su fondo marino. Así, este enladrillado natural no es sino el resultado de la geología volcánica que ha fracturado la roca de una forma curiosamente uniforme. “En la cima del monte submarino de Nutka, el equipo vio una formación de ‘lecho de lago seco‘, ahora identificado como un flujo fracturado de roca hialoclastita (una roca volcánica formada en erupciones de alta energía donde se asientan muchos fragmentos de roca al fondo del mar). PROYECTO NAUTILUS La tripulación del buque de investigación Exploration Vessel Nautilus (E/V Nautilus) aprovechó también para intentar tomar muestras de una corteza de manganeso del lecho marino con la ayuda de un brazo robótico. Gracias a este apéndice robótico los investigadores pudieron inspeccionar más de cerca un grupo de corteza de ferromanganeso, un depósito de minerales sedimentarios marinos compuesto de óxidos de hierro y manganeso. Una vez que consiguieron la muestra, el vehículo tropieza con un tramo de aspecto sorprendentemente seco de lo que ellos llaman “corteza horneada” donde se ve el “camino de ladrillos amarillos” de adoquines que podemos contemplar en el vídeo grabado por los científicos. Proyecto Nautilus Todo ello ha sido transmitido a través del proyecto Nautilus, que expone actualizaciones diarias a través de imágenes en directo de la exploración y la documentación de aguas profundas se publica constantemente en el canal de YouTube del equipo. El camino de baldosas amarillas estaba ubicado en las cumbres de la cordillera de Liliʻuokalani, conocidas como el monte submarino Nutka. La vía, que tenía la llamativa apariencia de las aceras y caminos coloniales, parecía una corteza ‘horneada’ separada debido a su sequedad. Según los expertos, su apariencia probablemente se deba al proceso constante de calentamiento y enfriamiento del área provocado por erupciones posteriores; un patrón de grietas en el lecho marino que es “un ejemplo de geología volcánica activa antigua”, dicen los investigadores. Este vehículo de exploración es operado por la organización sin fines de lucro Ocean Exploration Trust, en asociación con NOAA Ocean Exploration y la Oficina de Santuarios Marinos Nacionales, que transmite sus aventuras online, ofreciendo a los espectadores una mirada de primera mano de lo que ven en las profundidades sus vehículos de buceo operados por control remoto. El objetivo principal de su última expedición era recolectar muestras para determinar el origen geológico y la edad de los montes submarinos para comprender mejor la formación de las islas del noroeste de Hawái. #Atlántida #Descubrimiento

  • UN NIÑO DE 6 AÑOS ENCUENTRA UN DIENTE DE MEGALODÓN EN LA PLAYA

    Un día Peter Shelton se fue con su hijo Sammy a la playa de Bawdsey (Inglaterra). Padre e hijo buscaban fósiles cuando de repente Sammy se encontró un diente de 10 centímetros. “Sammy estaba muy emocionado porque nunca habíamos visto un diente tan grande y pesado”, cuenta el padre. Las fotos de este resto fósil se las enviaron a Ben Garrod, biólogo evolutivo de la Universidad de East Anglia. Garrod confirmó que se trataba de un diente de megalodón, Carcharocles megalodon, un enorme pariente prehistórico de los tiburones. El científico se sorprendió porque estaba muy bien conservado y no se suelen encontrar en la costa de Reino Unido. Curiosamente, si viviésemos en la Edad Media, interpretaríamos que Sammy Shelton habría descubierto una lengua de dragón y serviría de amuleto para los nobles o de antídoto contra los venenos. MEGALODÓN: SOLO NOS QUEDAN LOS DIENTES Los dientes son los únicos restos fósiles encontrados del megalodón, de hecho, su nombre científico significa “dientes grandes”. Según las investigaciones, el megalodón fue un tiburón que medía aproximadamente 16 metros de largo, casi tres veces más que el tiburón blanco actual, y que se extinguió hace 2,6 millones de años. Las causas de su extinción pueden ser diversas: falta de presas debido a la glaciación, que no adaptasen su temperatura corporal a las condiciones del clima o que se deba a un recambio faunístico, es decir, cuando unas especies se extinguen y aparecen otras nuevas. En este caso, el megalodón es probable que fuera reemplazado por el tiburón blanco. Su hábitat eran los mares de aguas cálidas de todo el mundo y se alimentaba de peces, tortugas, ballenas o focas. Debido a sus características, es posible que perteneciese a la familia de los lamniformes, tiburones que tienen temperaturas corporales más altas que otros tiburones. Los huevos de los lamniformes eclosionan en el útero y ahí se desarrollan. Si las crías en el útero tienen mucha hambre, son capaces de comerse a los huevos que aún no se han roto o incluso a sus hermanos. Este canibalismo intrauterino, que es como se llama a este comportamiento, es probable que fuera propio de los megalodones. LAS REPRESENTACIONES DEL MEGALODÓN Se han hecho varias reconstrucciones de la mandíbula de este animal prehistórico. Una de ellas se encuentra en el Museo Paleontológico de Elche (MUPE) en la provincia de Alicante. Además, en la exposición del MUPE, se pueden ver dientes de este tiburón que se encontraron cerca de la ciudad. Aparte de estas representaciones, el megalodón ha sido uno de los protagonistas de algunos libros como Animales invisibles (Capitan Swing, 2021)  o de películas como Megalodón (2018)  protagonizada por Jason Statham y Li Bingbing. #Mundoanimal

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